"...porque el cuerpo no era para ella sexual sólo en los momentos excepcionales de excitación sino, como ya dije, desde el comienzo, a priori, ininterrumpidamente y por todas partes, con su superficie y su interior, en el sueño y en la vigilia y hasta en la muerte." Milan Kundera. La inmortalidad
Estoy feliz.
Recientemente he ganado dos grandes batallas sin daño colateral considerable de mi parte. La primera tiene que ver con el largamente temido y esperado reencuentro con mi HP. Yo pensaba que tenía todas las variables controladas para ese día pero ¡qué va! sucedió ayer y sin yo esperármelo.
Resulta que cuando yo estaba en mi matinée de todas las tardes con Simón, me entró una llamada de mis amigos heredados de HP y me dicen aquí estamos, bebiendo, tamo borracho.... etc., etc. y de repente, yo muy campante hablando con ellos cambia la voz y me saluda Eduardo y me dice que tiene que hablar conmigo en serio, como no sabía que responder le dije sí, está bien "¿pero está bien que sí, o está bien para salir de mí?" "está bien, podemos hablar" ¡qué carajo, ya a estas alturas yo estaba hundida hasta el cuello, más me valía terminar de zambullirme de cabeza a ver en qué paraba este lío! pa' tra' ni pa' coger impulso....
Bueno, me dice, puede ser en 2 horas? Ok ¿y cómo hago? tú no me coges el teléfono.... "Bueno, habla con los tígueres y que se comuniquen ellos conmigo" Así quedamos. Rápidamente procedí a inventarme una excusa para escaparme de donde estaba con mi amigo, porque ya no me pude concentrar más en lo que estábamos hablando y mucho menos pude decirle todas las cosas que tenía pendiente... esas se quedaron para el próximo capítulo.
En la noche, parece que ya estaba demasiado borracho para hablar (quizás esto sea lo mejor para mí) pero lo importante es que sobreviví. Prácticamente no le hablé nada en toda la noche y tampoco sentí nada y además, no sucumbí a la tentación de llevármelo por ahí a hacer desórdenes hasta que la noche perdiera el nombre. YESSSSSSSSSS ¡PUNTO PARA MÍ!
Sin embargo, yo, de buena imbécil, ya volví a la maldición de la incertidumbre. Pasé la noche en vela, preguntándome, entre otras cosas "bueno, si él no me dijo lo que me iba a decir, ¿cuándo se volverá a poner en contacto conmigo? ¿mañana? ¿pasado? ¿la semana que viene? Justo lo que quería evitar. Eso sí, seguro, si vuelvo a caer en el mismo gancho, le cambio el nombre al bló.
Pero, como efecto secundario positivo, luego de verlo recuperé el groove. Hacía tiempo que no tenía ganas de nada, ni deseo de ninguna clase, tiempo que no me acuesto con nadie.... y me volvió después de anoche. Las noches de Santo Domingo que se cuiden ¡su reina volvió!
Y hablando del rey de roma, de eso trata la segunda batalla. Para mí es muy difícil mantener una conexión con una persona y hay un método seudocientífico muy sencillo de saber si la hay: si tan pronto termino de acostarme con él no me dan ganas de tumbarlo a patadas de la cama, se puede decir que hay cierta conexión.
Pues resulta que hace cosa de 2 semanas pasé la noche con Leo, un tipo encantador, súper especial, tierno, dulce y considerado, que me trató todo el tiempo como una reina (de hecho me decía princesa) y hacía tiempo que yo no me sentía así, tan en confianza y tan tranquila. ¡Punto para mí! porque yo, fuera de mis esquemas predefinidos de cuales son los hombres que me gustan (siempre los mismos, aunque pasen años), ni siquiera entraba la opción de alguien nuevo.
Al día siguiente, en la mañana, hice el teatro de rigor: despertarme primero, vestirme, largarme sin mucho protocolo, pero la pura verdad ¡es que me hubiera quedado toda la semana!
No tengo ni la más remota idea si él se siente igual... pero averiguarlo no está dentro de mis prioridades.
Y la mejor parte es que él es azafato de Iberia, español, soltero (soy alérgica a los hombres casados y con novia) y solo viene una vez al mes..... porque como dice mi compadre Nilson "¿qué mejor para una mujer que no quiere compromisos que alguien que viva, literalmente en el aire?" y que además probablemente tenga, como los marineros, una novia en cada puerto!
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¿y cómo lo ve usted que tiene lentes, doctor?