miércoles, abril 29, 2009

Los huevos míos

"La felicidad del amor no se hizo para dormirse en ella, sino para joderse juntos" Gabriel García Márquez.


Yo siempre digo que yo era la esposa perfecta. Pero solo al final. La cantidad de cosas que yo les hice a los maridos míos se merecen una antología y ellos dos el título de mártires.

Mi primer acto como soberana de la vida de mi primer esposo Edgar fue prohibirle el mejor amigo, la mejor amiga y los vecinos. Luego procedí a presentarle a los míos (que “sí valían la pena”). Bueno que me pasara que se enamorara de una de ellas…. todavía creo yo que andan juntos de vez en cuando.

Otra pésima pero pésima costumbre mía era, sobre todo cuando éramos novios, terminar con él a cada rato y por cualquier cosa. Los compromisos emocionales son serios y deben ser respetados. Siempre acababa sufriendo más yo que él, porque este tipo era muy prepotente y no pedía perdón. Sencillamente iba y se juntaba con los amigos que yo le había prohibido. Ahí aprendí a que se termina de una buena vez y por todas, amagar es feo e inmaduro. Y si es algo que vale la pena, entonces hay que echar el pleito.

Luego, cuando él me salía con una de sus edgaradas o por cualquier motivo me trataba mal o no quería hacer lo que yo quería que hiciera, lo amenazaba con pegarle cuernos. Después de un año, ya no le importaban las amenazas y por lo tanto, las herramietnas de manipulación. Esta lección aprendí para la segunda tanda: no ofrezca tanto, cumpla. Y si no existe forma por las buenas de convencer a un esposo tuyo de que te complazca, es hora de tomar decisiones serias. Punto.

Para mi segundo esposo establecí un sistema diferente para estas guerras de poder. 1) fijarme qué iba a exigir de él, si era algo realmente mejor para los dos. Analizarlo desde todos los posibles puntos de vista para que no fuera algo injusto y para estar en posición de poderle explicar por qué yo quería esto. 2) Tener un plan B, por si acaso y explicarle también este plan B: ¿quieres saber por qué me voy a una fiesta con el vecino? Porque tú me dices claramente que tú no puedes ni quieres ir, y yo sí quiero y sí puedo ¿está claro?. 3) Cero amenazas: las reglas del juego se ponen al principio de la relación, para que no haya incoherencias. Por cada mentira que tú me hables, te pego un cuerno y por cada cuerno, te pego cuatro.

Pero sin embargo, hubo muchos otros departamentos en los que sí puse huevos.

Los primeros años peleábamos mucho, y yo era tan o más agresiva que él. Me acuerdo que una vez le partí la cara de una patada en un bar. Lamentablemente, al poco tiempo ya mis hijos menores habían nacido y yo había quemado esta etapa, pero él seguía gritando mucho, insultando y rompiendo cosas. Yo no sabía cómo lidiar con eso, pero diseñé una estrategia. Decidí lo siguiente: aunque me cueste, aunque me duela, yo voy a separar lo que él sienta de lo que sienta yo. Que él tenga pique no significa que yo tenga. No voy a aceptar provocaciones. No voy a gritar, pero voy a hacer lo que me de la gana. Solo uno puede alterarse al mismo tiempo, y no voy a ser yo. Le voy a hablar con cariño, le voy a dar un beso y un abrazo cuando esté quillao, como si fuera uno de mis hijos haciendo una pataleta y voy a pararle el juego ahí mismo. Si no puedo más, me remuevo de la escena del crimen. Si le molesta algo que yo hago, lo seguiré haciendo y que tome la decisión que tenga que tomar, pero no voy a pelear. Si no hay forma de estar de acuerdo en algo, we agree to disagree ¿dónde dice que tenemos que pensar lo mismo? Con esta posición por fin logré paz en mi casa.

También implementé una medida adicional como soporte: dormir desnudos y juntos. Leí en un libro evangélico que cuando la pareja está en tiempos de mucho pleito y distanciada, debe mantener el erotismo y deben dormir desnudos y abrazados para aumentar la intimidad.

Otra lección relacionada con esto: la violencia. Al principio de las relaciones, si tú le das un trompón de relajo a un hombre, se ríe… o dice ¿qué fue eso, un mosquito que me picó? O “dame más, que me gusta”. Por lo cual yo honestamente, genuinamente pensaba que a los hombres les encantaba que les dieran golpes. Una vez mi marido me explicó que no. Que a los hombres, igual que todo el mundo, les gusta que los traten bien ¡QUÉ SORPRESA! En serio, no lo sabía. Entonces se me ocurrió que si él lo decía debía ser verdad. Y asumí un tono que no lo había tenido pendiente nunca. Desde entonces empecé a dirigirme a él siempre diciéndole mi amor, y todo, hasta lo más mínimo que hiciera por mí venía con un por favor, muchas gracias, tan bello, muy amable de tu parte, eres un ángel. Me decidí a tratarlo mejor que cualquier otra persona pudiera hacerlo nunca. Total, yo soy la esposa, a mí es que me luce.

Pero también me enseñó el asunto de la jodedera. Aparentemente, cuando tú tomas la pose de regañona y la voz de regañona ellos literalmente --igualito que como sale en la televisión-- desconectan el cerebro y no oyen, lo que tú dices es como un zumbido, les entra por un oído y les sale por el otro. Es que ese tililí-tililí-tililí-tililí-tililí-tililí y jode, jode, jode y jode no lo aguanta nadie. Ni siquiera los niños. Entonces decidí llevarme de él y aprender técnicas de comunicación mucho más efectivas. Lo que yo dijera debía cumplir estas condiciones: 1ro cuando me esté poniendo atención, 2do breve, 3ro una sola vez, 4to en buen tono. Por ej: mi amor, yo necesito que si tú vas a estar tarde para pasarme a buscar me llames, y no hay problema, mejor nos encontramos allá. Si después de yo decir esto se atreve a quedarme mal y llegarme tarde FUE LA ÚLTIMA VEZ QUE LO HIZO…. Porque jamás, pero nunca, jamás, JAMÁS vuelvo a salir con él pasándome a buscar en actividades que tengan hora. Y lo cumplo. Pero no le reclamo. Y no regaño. Y no jodo.

Cuando Adrian mi segundo esposo trabajaba en Tricom yo me acuerdo que yo estaba súper aburrida en la casa, y además, embarazada. A esto le sumamos que él tenía celular gratis para recibir. Como conclusión de todos estos factores yo jodía, jodía, jodía, jodía, jodía…. Pero todo el tiempo. No había manera, no dejaba pasar 5 minutos. Y no fueron 2 ni 3 las ventas que le hice perder. Porque yo no tenía que ver para llamar al cliente y decirle una buena insultada. A los que lo llamaban al celular a deshora, si me agarraban de mal humor, yo contestaba y le echaba su boche...... Pobre hombre, no lo botaron de milagro. Él fue muy paciente. Pero con los años pagué lo que debía. Cuando era yo que estaba trabajando y él aburrido en la casa, con el agravante de que él no duerme de día y no sirve para estar inactivo, me llamaba 45 veces diarias al trabajo y me tenía una persecución atroz.

Cerca de esa época hubo una etapa en que se me cogió con que él estaba en drogas. Le revisaba el teléfono, los bolsillos, el carro. Le medía el tiempo necesario para ir y volver cuando tenía que ir a hacer una diligencia y le hacía inventario completo de todo el dinero que llevaba encima. Pero como esto no era suficiente, me pasaba todo el tiempo desde que salía de la casa en el teléfono con él y en los pocos momentos que trancábamos, llamaba a todos sus amigos que vendían o consumían drogas para ver si lo habían visto. Como yo lloraba diario y Adrian se hartó y me dijo que no jodiera más la solución para este problema fue un poco más compleja, pero efectiva. Fui donde mi párroco, Monseñor Cedano y le dije lo que me mortificaba… me preguntó:
- ¿te falta dinero?
- No.
- ¿se desaparece?
- No, llega siempre más temprano de lo que yo espero y desde que tiene 1 segundo libre llama o viene a verme.
- ¿entonces cuál es el problema?
- ……
- De todas formas no hay nada que tú puedas hacer. ESA NO ES TU RESPONSABILIDAD. ESO NO ESTÁ EN TUS MANOS. Pónselo a Dios y deja eso así, si no te está afectando.

Entonces yo aprendí lo que tiene que ser la lección más importante de mi vida. Considerando que este hombre me ama profundamente y me trató siempre como una reina y además no me dio motivos, solo quedaba un punto en el aire: era un asunto de confianza. Si yo decido y me da la gana de confiar en ti, esa es la única verdad para mí. Desde ese día en adelante siempre fui feliz.

Mi marido al igual que la mayoría de los hombres se quejaba de que yo no quería dárselo nunca. Como todo, analicé su postura y no me quedó más remedio que aceptar que él tenía absolutamente toda la razón y yo absolutamente ninguna. Yo no tenía ganas ¿y qué? ese problema necesitaba resolverse. A la mujer que no se mantiene bonita, joven, flaca y sexualmente saludable le pegan cuernos…. y bien hecho. Entonces comencé a leer libros, revisar mi alimentación, aumentar mi nivel de ejercicios. Todo esto acompañado de preocuparme de siempre estar peinada, con las uñas arregladas y vestida sexy. Pero todavía quedaba el asunto del deseo ido. Entonces me acordé que en las mujeres esto funciona con la ley de oferta y demanda: cada vez que me paso mucho sin rapar, cada vez me hace menos falta. Pero una buena experiencia sexual desencadena más deseo. Solución: hacer el esfuerzo la primera vez y mantener el ritmo de 3 veces a la semana para no perder el momento y problema resuelto. Vida sexual plena y feliz para todos.

14 años de aprendizaje y un arduo proceso me hicieron una experta. Ahora solo me falta la otra parte: mucho que aprender siendo soltera y pa’ tra’… ni pa’ coger impulso!

5 comentarios:

  1. Jajjaa, tengo una amiga que dice lo mismo de los cuernos,,,ella dice que si SOSPECHA que se los pegan, entonces ella pega tambien,,,y si los confirma, entonces le pega 5...y sin pelear ni discutir..que ella no se complica..jajajaj.

    Ps.: De na´y conozco a Adrian, yo tambien trabaje en dicha telefonica, dure 7 años alla

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  2. tenemos muchos huevos en comun y por lo que yo veo los mios son de avestruz jajajaja y eso que todavia falta mucho por aprender!!!

    Analia

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  3. "También implementé una medida adicional como soporte: dormir desnudos y juntos. Leí en un libro evangélico que cuando la pareja está en tiempos de mucho pleito y distanciada, debe mantener el erotismo y deben dormir desnudos y abrazados para aumentar la intimidad."

    Como fue?! en un libro evangelico!!


    Wow... la verdad que tu eres unica!

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  4. Se llama "El amor que no se apaga". Trata de los 5 tipos de amor que debe haber en el matrimonio, cómo conservarlos y si no los hay, cómo fabricarlos. Lo he comprado dos veces y las dos veces lo presté.

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  5. La verdad es que la experiencia no se improvisa.... creo que dentro del contexto tus decisiones han sido enseñadas por la misma vida.
    Muy gracioso y real.
    Tambien me llamo Kiara!
    Me presento porque seguire pasando por aqui tocaya!!!!
    Besos!

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¿y cómo lo ve usted que tiene lentes, doctor?