lunes, marzo 30, 2009

Evolución. Pa’ tra’ ni pa’ coger impulso

“La vida que no florece
y es estéril y escondida
y ni fecunda ni crece
es vida que no merece
el santo nombre de vida”

José María Pemán. Una lección de vida


Aprender, crecer y cambiar, no nos queda de otra. La única constante es el cambio. Como decía mi libro de religión de 7mo: todo lo que no quiere crecer, muere.

Todos nuestros instintos y todos los pasos del proceso evolutivo están enfocados en la misión sagrada de perpetuar la especie.

Y esto empieza desde el embarazo: el cuerpo de la mamá siempre pone al bebé primero. Desde que la mujer queda embarazada, aunque no se esté alimentando bien, el niño va a estar bien alimentado. A mí me puede estar faltando ropa techo, comida y contacto humano, a él no. Mi cuerpo me va a quitar hasta la última gota de sangre para dársela a mis crías. Porque la evolución es de una sola vía.

El motivo por el que las mujeres tienen que estar tomando calcio y tendencia a la osteoporosis en relación directa a la cantidad de hijos que han tenido es por el sencillo motivo de que cuando está embarazada el cuerpo usa el calcio de ella para formar los huesos y dientes del niño. Y el calcio después de los 25 años ya no se repone.

Estamos genéticamente programados para hacernos cargo de otro ser humano a partir de los 15 años de edad. No hemos llegado ni siquiera a nuestra plenitud sexual y sin embargo ya podemos criar. El que busque un ejemplo lo encontrará por montañas. El niño nace inválido y a lo largo de sus primeros años necesita de todo y la naturaleza se ha tomado la molestia de invertir millones de años en traernos a un nivel de evolución donde podamos cada vez proporcionarles más. Desde los 15 años ya podemos proveerle no solo en lo económico, sino también en lo emocional, aun sin tener pareja, hasta que lleguen a un nivel de madurez que puedan valerse por sí mismos.

Dice el Dr. Juan Carlos López Martín en el artículo Formación de un nuevo ser lo siguiente: “Un ser humano se habrá convertido en adulto con aptitudes para una verdadera madurez cuando haya superado la niñez sin perder los mejores rasgos de ella: haya conservado la fuerza emotiva básica de un lactante, la obstinada autonomía del preescolar deambulador, la capacidad para el asombro, el placer y el juego de los años preescolares tardíos, la capacidad de vinculación y curiosidad intelectual de los años escolares, y el idealismo y la pasión de la adolescencia. El ideal es saber incorporar todas estas cualidades en una nueva estructura denominada persona adulta que se debe caracterizar por la estabilidad, la sabiduría, los conocimientos, la sensibilidad ante otras personas, la responsabilidad de la fortaleza y el sentido de finalidad que son propias de esta etapa.”

Y nosotros lo esperamos ansiosamente. No existe satisfacción más grande para los padres que ver a nuestros hijos más grandes y más fuertes que nosotros, plenos, sanos y felices.

Yo, personalmente opino que si yo hubiera tenido algún problema en alguno de los embarazos y llegáramos al punto de tener que elegir, la vida de mis hijos SIEMPRE va a ir primero. Porque ese es el único motivo por el que estamos en esta tierra, y es para dar vida. Si yo me moría de parto, mi misión en esta vida estaba cumplida. Eso no tiene discusión.

Todos estamos preparados, de una manera u otra, para ver morir a nuestros padres. Pero ver morir a nuestros hijos es algo que definitivamente necesita terapia.

Cuidar a nuestros hijos es instintivo. Poner su vida antes que la de nosotros es natural. Hacemos todo por ellos y no nos pesa, y cuando no lo hacemos estamos violando un mandato que llevamos impreso dentro y eso nos trae desbalances mentales. Y que lo diga el que alguna vez se ha sentido poco apto o que el trabajo de padre le queda grande.

Vinimos diseñados para que las heridas de nuestros hijos nos duelan más que a ellos. Mi mamá me lo decía cada vez que yo me daba un golpe y yo pensaba que era una exageración. Pero qué va! el mundo es redondo y da muchas vueltas. Y ahora que yo estoy del otro lado lo he podido comprobar por mí misma.

Existen pocos instintos más primitivos en el ser humano que el de aspirar a que sus hijos lo superen. La mayor felicidad es ver a tus hijos viajando a los lugares que tú no has ido, aprendiendo cosas que tú no sabes y haciendo todo lo que le enseñaste mejor y más rápido que tú, o sea el upgrade tuyo.

Esta es la plenitud de un padre, esa es nuestra trascendencia.

3 comentarios:

  1. Me encanto este post, me llego al alma y al pensar que no estoy preparada para ver a mi hijo morir me llena de miedo... si me entere de mi embarazo a los 5 meses para mi fue un shock pero luego me lleno la vida de sorpresas!!! :)

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  2. Kiara: excelente post, fenomenal!! Todavia no he tenido el privilegio de ser madre pero como dicen "al que Dios no le da hijos, le da sobrinos"...yo tengo 17 y viene otro en camino. He tenido la dicha de compartir la crianza de estos sobrinos, de hecho tuve que hacer de mama por año y medio para tres de ellos. Es maravilloso poder compartir lo que sabes con ellos y ver lo rapido que aprenden y como usan su creatividad para encontrar su propia manera de hacer las cosas. Es bonito tambien ver como despues de adultos, te miran siempre hacia arriba, con respeto, no importa que ellos sean mas fisicamente altos que tu. Gracias por dedicar tiempo a escribir vivencias como estas que nos hacen apreciar el don de la vida. -M-

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  3. Tu eres muyyyyyy profunda! Debe ser interesante conversar contigo

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¿y cómo lo ve usted que tiene lentes, doctor?