Houdini

OK. Ya dejé lo de Duquesa porque de ahora en adelante me voy a convertir en Houdini. Pareciera que todas las salidas sola que hago últimamente (y algunas acompañada) se caracterizan por los actos de escapismo que tengo que hacer tarde o temprano durante la noche.

Como la semana pasada, que salí con el presidente de la promoción anterior a la de nosotros, su hermana y su primo. Y terminé desgaritándome cuando el primo, jarto ya de manosear a su prima, empezó a tirarnos botellas a Arquímedes y a mí, luego de decirme un grupo de insultos en inglés.

O como anoche. Fui a juntarme en la Zona con mi amiga Wanda para hacer un intercambio de libros pendiente hacía como 6 meses. Y al rato me encontré a Alicia, que no es una muchacha muy normal. Me cayó mal desde la primera vez, pero como yo a todo el mundo le doy una segunda, tercera, cuarta oportunidad… al final terminó por caerme bien. Alicia tiene la característica de que un día te trata muy bien y otras te ignora. Ayer por fin reuní el valor de preguntarle si ella no toma pastillas para la bipolaridad, y por supuesto, ella contestó que no es bipolar. Pero en fin, que los locos nunca admiten que están locos (¿verdad, Duke?).

Pero este no es el punto. Resulta que anoche Alicia estaba en alta. Me gritó desde el otro lado del parque duarte: ¡¡¡Pero ven acá ¿esa no es Kiara que está ahí?!!! Todo el mundo procedió a voltearse a ver quién era este personaje tan elocuentemente anunciado. En fin. Que me dice que tiene 10 pesos encima y que llegó hace par de días de Miches, que está esperando cobrar un trabajo y que viene a dormir para mi casa. Yo pensé: “tremenda vaina, si yo salgo sola es porque quiero andar sola” pero como yo respeto las leyes sagradas de la hospitalidad le dije que sí, naturalmente.

Pero al final de la noche, cuando ella se le pegó a dos guatemaltecos, vomitó de camino a Cacibajagua, pidió más cerveza cuando llegó y se gavió arriba de la barra a sentarse, yo consideré que había llegado mi momento de hacer mutis.

La verdad que yo siempre me entero de cuando ella está en olla (porque ella me llama), pero nunca he disfrutado los tiempos de bonanza. Y no es mi única amiga así. Parece ser que en algún momento mi subconsciente ya había hecho la asociación: Alicia en prángana = Alicia simpática; Alicia en buenas = Alicia ni saluda.

(Admito que la que se portó mal fui yo, eso fue una perrería de mi parte; pero en mi defensa, ya yo le había dado dinero para el pasaje de hoy).

En fin, que yo había estado hablando con dos muchachitos finos, bonitos, simpáticos y como uno de ellos es casi vecino mío y estaban locos por irse también, me fui con ellos.

El carro del segundo estaba en la casa del primero. Solo el hecho de que el tipo viviera en el mismo edificio del muchachito aquél que mató al primito, me puso alerta. Pero nada. Sigo para mi casa con el otro y cuando estamos llegamos lo beso, como es taaaaan cute! Y él, no quiere separarse por nada del mundo. Le digo: “ya, bye, me voy a desmontar”. Me contesta: “si te desmontas, me desmonto contigo”. Yo: “OK”.

Salí del carro, desperté al haitiano que cuida aquí y le dije: “acompáñame”. Me le reguindé al moreno, él cogió su machete y caminó conmigo hasta la puerta de la escalera. Esto bastó para espantar al muchachito. Dio media vuelta desde la mitad del parqueo y se largó.

A veces esa es la ventaja de andar con un hombre, que uno se evita todas estas situaciones. Aunque no necesariamente, porque cuando uno quiere desechar al hombre con que anda para irse con otro u otros…. Houdini contigo!