The chase

"Soy feliz, soy un hombre feliz y quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad"
Silvio Rodríguez. Los muertos de mi felicidad


Qué aburrido es estar feliz!!!

Hace cosa de 2 años tuve que tomar una decisión corporativa. Yo notaba que todo el mundo, incluyendo muchachitas de 19 años hacían lo que le daba su maldita gana con su maldita vida. Que si andaban por el conde y se les antojaba entrar a mirar tiendas... lo hacían!! y sin traumas. Y empecé a preguntarme cómo es posible que si a mí me da hambre a las 11 de la noche yo no puedo salir por la puerta de mi propia casa y largarme para la calle a buscar comida, porque era tanto lo que iban a joder, a preguntar y tantos los meses que se iban a pasar reclamándomelo (y agregándole algunas acusaciones adicionales de su propia inspiración) que era una victoria que no valía la pena el tanto esfuerzo.

Entonces un día dije: "HASTA AQUÍ. De ahora en adelante yo voy a buscar 3 cosas: paz, estabilidad y libertad. Cuésteme lo que me cueste. Yo me mantengo y mantengo mi casa, yo tengo 32 años y yo no me voy a pasar la vida añorando lo que necesito". Y si lo que me costaba era perder un matrimonio feliz de 10 años con el amor de mi vida.... ¡pues me pareció una ganga! Entonces renuncié a la felicidad y al amor, a cambio de lo que yo realmente necesitaba.

Lo que yo no me esperaba y nunca vi venir era que era posible tenerlo todo. En mi mente, solo quedándome sola yo podía tener paz, estabilidad y libertad. Y ahora --por primera vez en mi vida-- lo tengo todo, y además, felicidad ¡y como bono adicional, el combo viene con un hombre para mí incluído! (Gracias, Guido)

Pero como muchos autores han planteado, aparentemente el artista necesita el sufrimiento para crear. Whatever.

En esencia, hay algo que funciona entre este chico y yo. Sin duda. Hace una semana fue la boda de mi mejor amigo, adonde llevé a Lucy como mi acompañante (al Duke no lo iba a llevar). Resulta que Lucy está metida en una relación intensiva, se enamoró en 3 días, se pasaron la primera semana de conocerse durmiendo juntos y a la semana ya se conocían ambas familias.

De repente me sale ella con esto: "al principio Alberto me llamaba mucho y me ponía todos estos mensajitos ('te amo', 'pensando en tí', 'un beso, mi amor' y todas esas cursilerías de enamorado, varias veces al día), pero ahora ya no lo hace... no me ha llamado en toda la noche ¿tú crees que yo lo estoy hartando?"

Pues yo no sé la respuesta para ella, pero yo sí creo que existe un momento en que aparecerse en tu trabajo de sorpresa cada vez que estoy cerca "para darte un beso" se convierte en control o algo parecido en la mente de él. Ýo, por mi parte, si un hombre se me aparece 3 veces sin avisar en mi casa o en mi trabajo, es directo y en vivo para la fiscalía a poner una denuncia por acoso. Y punto. Y lo mismo va para cualquiera que me llame 6 veces en 1 hora.

En cambio, en el mismo lapso de tiempo (5 horas), ya el Duke me había puesto 8 mensajes, preguntando como estaba, asegurándome que estaba presente para cuando yo terminada ahí y muy sutilmente manipulándome al hacerme saber que me había comprado 8 cervezas One que esperaban solo por mí. Claro, porque yo no lo jodo, no lo acoso y no lo persigo. De hecho, ni siquiera lo llamo por teléfono, y no porque no quiera, yo lo amo y todo... pero no me gusta molestar...

Analizando el caso, resulta que el hombre es cazador nato, eso fue lo que nos bajó de los árboles y nos trajo hasta aquí. Y cuando tú le anulas ese instinto, lo castras. Como decía Augie en The Ex-list: "That's part of the natural evolution of a relationship. The girl stops running, the guy stops chasing".

Más tarde, comentándolo con el Duke, me preguntaba él si para la mujer no es igual, porque se imagina él que debe ser muy aburrido un hombre que a todo diga: sí mi amor, sí mi reina, sí mi cielo... Pero no. La mujer, por el mismo proceso evolutivo que la convirtió en criadora, nurturer, (a diferencia del hombre proveedor) busca todo lo contrario: estabilidad, seguridad, paz... aunque para esto tenga que sacrificar el amor. Con lo cual cerramos el círculo y volvemos al mismo punto de donde partimos.