domingo, mayo 08, 2011

El contador

"Siempre con la misma cantaleta, me voy para no volver, tengo listo el equipaje.
Llenas y vacías la maleta ¿cómo puedes pretender que me coma ese chantaje?
Tienes 0 en actuación, 10 en manipulación
y una beca en el siquiatra"
Ricardo Arjona. Pingüinos en la cama.


Mi marido cuenta cosas.

Por lo menos una vez al mes desde el diciembre pasado mi marido cuenta todas sus cosas.

Es interesante, por el sistema que usa: él va cogiendo todo --absolutamente todo-- lo que le pertenece y lo coloca en orden estricto por categorías, un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar. Toda la ropa es sacada del clóset y gavetas y doblada minuciosamente en bultos y maletas. Todos los efectos personales en bultos de mano de viaje. Todos los accesorios de cocina. El bulto de herramientas. Todos los cables doblados, todos los zapatos en fundas....

Entonces empieza la segunda parte de este divertidísimo recorrido. Los equipos eléctricos y electrónicos son los primeros en encontrar la puerta para dejar la casa, me refiero a computadoras, cámaras, equipos de música, celulares... tú sabes, todos esos juguetes que los hombres aman y coleccionan. Esta categoría es rápidamente seguida por los libros. Sigue en turno la ropa más formal, que es la de menos uso.

Y entonces, más o menos por esos mismos tiempos, empieza un proceso simultáneo e inverso. Comienzan a entrar de vuelta a la casa, sutilmente y sin previo aviso, los objetos de uso más cotidiano: desodorante, ropa interior, laptop (con excepciones, la última vez no he podido lograr que traiga el cepillo de dientes, las chancletas o el anillo).

Este ciclo se repite todos los meses, minuciosamente, sin falta.... y sólo tiene una conclusión lógica: que él está contando (¡supongo!) ¿o es que acaso hay alguna otra explicación que tenga sentido?

Y lo mejor de todo es que como nuestros sistemas de valores son taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan diferentes, él no ve que esté haciendo nada malo.

Él no concibe que yo pueda estar molesta o herida ¿por qué habría de estarlo si él es taaaan bueno? Yo no tendría que enojarme o deprimirme ("¿por qué estás tan callada? ¿te he hecho algo para ofenderte? por si acaso, te pido disculpas" --Sí, mojón. Dame hechos, no palabras).

Al revés, seguro yo soy quien debe compadecerse de él, porque no es su culpa estar confundido, él es una simple víctima (¡pobrecito!). ¿Qué tal?

3 comentarios:

  1. KIA (esto te lo pregunto por lo de Know It All, y haciendo una co-relacion con una de tus entradas anteriores, de manera hipotetica obvio)te parece que es licito, bueno y valido intentar averiguar los nombres, los quienes, los comos, y no se si tanto como los por que, pero bueh, algo asi, cuando una piensa que se esta cocinando algo en su contra? me interesa tu opinion...

    abz.

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  2. Bueno. Para opinar usaría el ejemplo de la infidelidad, o de las adicciones ¿ves cómo las mujeres siempre dicen que "no le dolió la infidelidad, sino la mentira"? Es una mentira del tamaño de un elefante. La verdad que en una muchos casos saber, sospechar, aguantar, desconfiar, solo duplican el dolor.

    He contado de las rupturas que me cogieron de sorpresa... y he contado de las que se han arrastrado por meses y hasta años. No hay comparación. Arrancar un amor como una curita es terrible, pero siempre mejor que la alternativa de pasarse años sufriendo.

    Por mi parte, esta es mi posición: no confiar en nadie y siempre esperar lo peor. Si tengo sospechas, actuar como si fueran ciertas. Sin averiguar. Sin el beneficio de la duda. Yo me merezco que el hombre que esté a mi lado se esmere en tratar de darme una buena impresión.

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  3. Que caso comadre...es fuerte y lo peor es que el se hace la victima. Pero recuerda hay ciertas situaciones que se evaluan desde el punto de vista del otro, y recuerda que las costumbres cambian por cultura!
    Saludos

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¿y cómo lo ve usted que tiene lentes, doctor?